La extirpación
de idolatrías
Pese a los esfuerzos evangelizadores, los
españoles se dieron cuenta de que los cultos indígenas se seguían
practicando en secreto o en cubiertos por manifestaciones católicas. La iglesia
católica calificó entonces como idolatrías a todas las manifestaciones de
religiosidad vinculadas a los antiguos cultos eran acusados de idolatría y
perseguidos.
En el siglo XVII se organizaron varias campañas de extirpación de
idolatrías. Se enviaron visitadores eclesiásticos a los pueblos para conminar a
los indígenas a delatar a quienes continuaban adorando a los dioses andinos.
Aquellos que reconocían su idolatría lo perdonaban y recibían una penitencia
pero quienes eran acusados por terceros se veían obligados a salir en una
procesión de castigo, montados en una llama y con el cabello rapado.
Los jesuitas en
la evangelización
La compañía de Jesús intentó evangelizar a los indígenas en un ambiente de
armonía y paz. Para los sacerdotes jesuitas las misiones en sitios alejados
eran una mejor opción pues se evitaban los abusos que algunas autoridades
coloniales cometían en los pueblos. Así fundaron misiones en zonas como Juli (Puno)
donde se ganaron la confianza de los indígenas y se esforzaron por ofrecer un
buen ejemplo de vida. Complementariamente, los jesuitas crearon centros de
enseñanza e investigación científica en las ciudades. El colegio San Pablo
(lima) por ejemplo funcionó como un centro de enseñanza de diversas
disciplinas, desde teología hasta lenguas nativas.
Los templos
coloniales
La grandiosa
arquitectura de los templos coloniales muestra la importancia de la iglesia
católica en la colonia. Además, estos expresan el pensamiento y la sensibilidad
de toda una época.
El taki oncoy
De acuerdo con
algunos testimonios del siglo XVI hacia 1560 apareció en huamanga un movimiento
religioso compuesto por indígenas que se sacudían violentamente y decían estar poseídos por los huacas. Denominado
Taki Oncoy este movimiento era liderado por Juan chocne a quien acompañaban dos
indias que se hacían llamar “santa María” y “santa magdalena“. Según el
cronista Cristóbal de Albornoz, los incas de vilcabamba habrían promovido este
movimiento con el propósito de restaurar el orden andino: el taki oncoy proclamaba
la resurrección de las huacas andinas y la derrota del Dios cristiano.
Este movimiento fue
severamente reprimido pues su práctica se consideraba una forma de idolatría y
hechicería. Investigadores modernos
consideraban que fue una de las manifestaciones de resistencia andina
frente a la conquista española.
El origen de la
extirpación de la idolatría
En 1608 el sacerdote Francisco de Ávila fue invitado por los indígenas de
Huarochirí a la fiesta de la asunción de la virgen. En el transcurso de la
celebración el sacerdote descubrió que los pobladores festejaban también a
Pariacaca, una de las huacas de la región. Ávila retornó a lima, reportó lo
ocurrido y señaló que esta situación era mucho más común de lo que los
españoles pensaban y que, por lo tanto, era necesario emprender una campaña
agresiva para destruir las idolatrías.
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